The LAW Way

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En los últimos días, nuevas políticas gubernamentales han pausado las decisiones de asilo, dejando a muchas personas esperando sin plazos, sin explicaciones y sin claridad. Gran parte de la conversación pública se centra en políticas, cifras o retrasos administrativos. Poco se habla de lo que esta espera significa para quienes la viven.

Esperar una decisión de asilo no es una etapa neutra. No es simplemente “tiempo que pasa”. Es una condición que influye en cómo las personas piensan, sienten, duermen, planifican y habitan su día a día.

Este texto no es asesoría legal. Es un intento de poner en palabras algo que a menudo no se nombra: el costo psicológico de la espera y cómo atravesarla de forma realista y cuidadosa.

Esperar es una experiencia, no un vacío

En la investigación académica sobre migración y salud pública, los procesos de asilo prolongados suelen describirse como limbo legal o incertidumbre crónica. Estos términos son importantes porque reconocen algo esencial: la espera no es pasiva.

Cuando una persona no sabe:

  • cuándo llegará una decisión,
  • cuál será esa decisión,
  • ni cómo se verá su vida después,

el sistema nervioso no descansa. Permanece en alerta. La mente busca señales, amenazas o explicaciones que devuelvan alguna sensación de control.

Esto no es falta de fortaleza. Es una respuesta humana normal ante una incertidumbre sin fecha de cierre.

Qué hace la incertidumbre prolongada al cuerpo y a la mente

Quienes esperan una decisión de asilo suelen describir experiencias muy similares, incluso en contextos y países distintos.

El cuerpo permanece en tensión

El sueño se vuelve liviano o interrumpido. El cuerpo no termina de relajarse. Pequeñas preocupaciones se sienten desproporcionadas. El organismo actúa como si algo grave pudiera ocurrir en cualquier momento.

El tiempo pierde forma

Los días se confunden. Hacer planes parece inútil. El futuro se vuelve difícil de imaginar, no por pesimismo, sino porque la incertidumbre impide organizar el tiempo de manera coherente.

La mente llena los silencios

Cuando no hay información, la mente la fabrica. Aparecen los “¿y si…?”. Se repiten escenarios negativos. Esto no es intuición: es el intento del cerebro de cerrar un ciclo que quedó abierto.

Comprender esto es importante, porque muchas personas se culpan por reacciones que en realidad son previsibles.

Por qué la espera se siente tan solitaria

El limbo legal no es solo psicológico; también es social.

Muchas personas evitan comprometerse, explicarse o proyectarse. La vida continúa alrededor, pero uno se siente suspendido. Al mismo tiempo, suele existir una expectativa implícita de paciencia, silencio o agradecimiento.

Esa combinación —estrés interno y falta de reconocimiento externo— puede generar una profunda sensación de invisibilidad.

Pero esta experiencia no es aislada. La comparten miles de personas atrapadas en sistemas de asilo, especialmente ahora cuando las decisiones están pausadas o retrasadas.

Cómo atravesar la espera sin minimizar lo que es

No hay forma de volver cómoda una incertidumbre prolongada. El objetivo no es “estar bien” mientras se espera. El objetivo es reducir el daño que la espera puede causar en la mente, el cuerpo y la identidad.

Lo que sigue no son soluciones rápidas. Son formas de mantenerse anclado cuando el suelo se siente inestable.

1. Entender que la ansiedad está intentando ayudar — y ponerle límites

La ansiedad suele venir con urgencia:
piensa en esto ahora, prepárate para todo, no bajes la guardia.

En contextos como el asilo, la ansiedad no es irracional. Es el intento de la mente de recuperar control en un proceso donde el control fue retirado.

Lo que ayuda no es luchar contra la ansiedad, sino contenerla.

Cuando aparezcan pensamientos ansiosos, puede ayudar este giro:

Este pensamiento responde a la incertidumbre, no a lo que está ocurriendo ahora.

No necesitas responderle al pensamiento.
No necesitas seguirlo hasta el final.
Solo reconocer que nace del no saber — no de una predicción.

2. Regular primero el cuerpo, no la historia

La espera mantiene activado el sistema nervioso. Si el cuerpo está tenso, la mente lo estará también.

En lugar de intentar “calmar los pensamientos”, enfócate en enviar señales de seguridad al cuerpo:

  • exhalaciones más largas que las inhalaciones,
  • atención a sonidos, temperaturas o sensaciones físicas,
  • movimiento lento y repetitivo, como caminar.

No se trata de huir de la situación, sino de crear pequeñas pausas dentro de ella.

3. Diferenciar lo que puedes influir de lo que no

Una de las partes más agotadoras de la espera es la negociación constante con uno mismo:
¿debería hacer más?, ¿me falta algo?, ¿y si no estoy haciendo lo suficiente?

Esto desgasta.

Puede ayudar trazar una línea clara:

  • Fuera de tu control: plazos, decisiones, cambios de política
  • Dentro de tu control: cuánto rumias, cómo organizas tu día, a quién recurres, cómo cuidas tu cuerpo

Volver a esta distinción no es rendirse.
Es proteger tu energía.

4. Reconstruir el tiempo a través de rutinas, no de hitos

La espera rompe los marcadores normales del tiempo. Muchas personas dicen: “no sé en qué se fue el año.”

En lugar de vivir hacia una decisión futura, ayuda anclar el tiempo en el presente:

  • horarios regulares para dormir y despertar,
  • momentos del día que te pertenezcan,
  • ritmos semanales que no dependan del proceso legal.

Las rutinas no achican la vida. La vuelven habitable.

5. Reducir la exposición constante a señales de amenaza

Noticias, redes sociales, rumores, conversaciones especulativas: todo esto puede convertirse en una fuente permanente de alarma.

Estar informado es importante. Estar constantemente activado, no.

Poner límites —cuándo informarte, qué leer, de qué conversaciones retirarte— no es evasión. Es cuidado.

6. Mantenerte conectado con tu humanidad, no solo con tu caso

Cuando se espera una decisión, la vida puede reducirse a un expediente o un resultado.

La conexión lo contrarresta.

A veces es una conversación sencilla, una comida compartida, una risa. No siempre hace falta explicar nada. Solo ser visto como persona.

Si el apoyo profesional está disponible, también puede ayudar — no porque estés “mal”, sino porque la incertidumbre prolongada pesa.

Una verdad que conviene recordar

No puedes pensar, meditar ni disciplinarte hasta obtener certeza. Y que la espera te afecte no significa que seas débil.

Significa que estás viviendo dentro de un sistema que exige a las personas permanecer suspendidas, sin plazos ni claridad.

Atravesar este período no es un ejercicio de optimismo. Es un acto de preservación.

Si esto resuena contigo

Si algo de lo que leíste te resultó familiar, no lo estás imaginando — y no estás solo. Vivir con incertidumbre prolongada puede ir moldeando silenciosamente cómo uno se relaciona con el mundo. Si esta espera se ha sentido pesada, no es una falla personal. Es una experiencia humana frente a un sistema que ofrece muy poca certeza. Mereces apoyo, cuidado y espacios de estabilidad mientras el proceso sigue su curso.

Recursos y apoyo

A continuación, algunos recursos que pueden ser útiles para personas en procesos de asilo. Algunos ofrecen información legal; otros se enfocan en bienestar emocional, salud mental o acompañamiento comunitario.

Información legal

Salud mental y apoyo emocional

Apoyo en crisis y acompañamiento

  • Línea 988 de Prevención del Suicidio y Crisis (EE. UU.)
    https://988lifeline.org
    Llama o envía un mensaje de texto al 988. Atención gratuita y confidencial, 24/7.
  • International Association for Suicide Prevention (IASP)
    https://findahelpline.com
    Directorio global de líneas de ayuda en distintos países.
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